Palma, o la vida de la flecha después de dar en el centro

Por Hugo Asch

“Che, un momentito: yo no soy un ex boxeador, soy un boxeador que está demasiado viejo para seguir peleando. No es lo mismo”. 

Hoy cumple 65 años mi amigo Sergio Victor Palma Solis, al que muchos suelen llamar ‘Victor Palma’, por esa absurda manía de los periodistas deportivos de decir siempre el nombre completo, con apodo incluido.

Fue campeón del mundo a los 25 años, en Spokane, un pueblito del oeste de Estados Unidos. Noqueó en 5 rounds a Leo Randolph, que había sido campeón olímpico y nunca había perdido una pelea. Después de ésa, colgó los guantes.

Una vez fui su segundo (en realidad el quinto que llevaba el balde) para una nota de Gente, en una defensa que hizo en el Luna Park contra el tailandés Vichit Muangroi-et. 

Me impresionó mucho la llegada al ring desde el vestuario, esa especie de túnel que formaban los brazos que intentaban tocarlo. Cuando le levantaron la mano y 20.000 personas gritaban su nombre, pensé que era imposible pasar por eso sin volverse un poco loco.

“Lo mío fue planeado. Me preparé para llegar a campeón toda la vida. Fui como una flecha que dio en el blanco, exacto, a los 25 años. El final feliz de toda película. El problema es que nadie me explicó que la flecha seguía, más allá de ese blanco. ¿Qué me quedaba? Defender lo conquistado, nada más. Desde entonces, nada fue igual”.

Nos hicimos amigos a los 20. El boxeaba lindo, era técnico. Después desarrolló la técnica del cuerpo a cuerpo y fue demoledor, de los mejores de la historia.

Yo quería que me entrenase. Una vez fui a un gimnasio y le dije: “¿Sos loco? ¡Yo no puedo hacer eso…!”. Se quedó perplejo: “¡Pero Hugo, éso es el precalentamiento!”, me dijo.

No lo hice. Mejor. Porque dudaba mi umbral para soportar la tremenda ecuación del boxeo: ‘error = dolor’. Eso es para pocos.

Le di una columna sobre boxeo en La Prensa de Amalita y pensé que debía reescribirlo. No toqué una coma.

Él quería escribir y yo boxear.

Él pudo, yo no.

(¡¡Feliz cumple Sergio!! Foto: Diego Levy)

Artículo publicado por el autor en su perfil de Instagram