El alma de Mataderos


Justo Suárez nació en Buenos Aires en 1909 y fue uno de los primeros ídolos populares del deporte argentino.

Era el decimoquinto hijo de veinticinco. Trabajó desde niño en los frigórificos de su barrio, Mataderos, bajando la grasa de las canaletas y también como lustrabotas y canillita.   Paralelamente, empezó a dar sus primeros pasos en el boxeo.

Aún siendo un niño cobró sus primeros pesos como pugilista, en distintos festivales que se hacían en Buenos Aires. En uno de ellos fue apodado el Torito de Mataderos, por su estilo caracterizado por una fuerte ofensiva, aunque algo desordenado.

Su fama se fue acrecentando en el ambiente, hasta que lo conoció José Lectoure, el dueño del Luna Park, quien lo cobijó dentro de su organización y le pulió el estilo.

En 1930 se consagró campeón argentino de la categoría liviano (hoy ligero) al derrotar por decisión unánime al mendocino Julio Mocoroa, ante una multitud que colmó el viejo estadio de River Plate.

De la mano de su popularidad,  Suárez también se destacó por ser uno de los primeros atletas argentinos en ganar sumas de dinero abultadas, disfrutando de un bienestar económico poco frecuente hasta entonces en el ambiente deportivo.

Ese mismo año hizo cinco peleas en los Estados Unidos, dos de ellas en el Madison Square Garden de Nueva York. Ganó todas por puntos frente a Joe Glick, Herman Perlick, Ray Miller y Louis Kaplan, y noqueó en el 6° a Bruce Flowers.

Volvió al Río de la Plata, y tras tres victorias en Buenos Aires y Montevideo –entre ellas el KO frente al chileno Estanislao Loayza, en un colmado estadio de River- volvió a Nueva York, en donde cayó por KO frente a Billy Petrolle, privándolo de la oportunidad de pelear por el título del mundo. Luego en Queens empató con Emil Rossi, y al volver a Buenos Aires, noqueó en un round al italiano Carlo Orlandi.

En 1932, sufrió su segunda derrota, en el Luna Park, frente a Víctor Peralta, perdiendo la corona nacional de los livianos. Luego tuvo una inactividad de tres años, motivada por la tuberculosis que contrajo. Su esposa lo dejó y también deshizo su relación con Lectoure, mientras su fortuna se iba evaporando.

Su última pelea fue en 1935, frente a su amigo Juan Pathenay en el Parque Romano, en el que ambos fueron descalificados por falta de actividad. Su carrera profesional fue de 24 victorias (14 KOs), 2 derrotas y 1 empate.

Luego de su última presentación, y ya muy enfermo, se trasladó a Córdoba con la esperanza de su curación, y con pocos recursos económicos. Falleció en 1938 en Cosquín, acompañado sólo de su hermana, en medio de la pobreza a la edad de 29 años.

Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires y antes de ser inhumados en el Cementerio de la Chacarita, fueron llevados a pulso por la multitud que acompañó el cortejo, hasta el Luna Park.

La cultura recogió la figura de Justo Suárez, a través del tango Muñeco al suelo (1930), de Papavero y Clauso, grabado por Charlo; del cuento Torito (1956), del gran Julio Cortázar, narrado en primera persona; del tema Torito de Los Pericos (1994); de la película I love you, Torito (2001); de la historieta El Indio Suárez, de Héctor Germán Oesterheld y Carlos Freixas, y de la novela La sangre que corre (2012), de Myrta Schalom.

En el barrio de Mataderos, una calle, una plaza, un monumento y un complejo de viviendas llevan su nombre, cerca del estadio del Club Atlético Nueva Chicago.

Su sobrino nieto Juan Domingo Suárez, nacido en Federal (Entre Ríos) fue representante argentino en el mundial de boxeo amateur de 1974 y en los Juegos Olímpicos de 1976,  para ser profesional en 1977. Había comenzado a destacarse por su gran potencia siendo figura del Luna Park, hasta que se topó con Abel Celestino Bailone, quien lo derrotó por el título argentino de los semipesados en 1979. Luego de una carrera irregular, se retiró en 1982 y abrió un gimnasio llamado el Torito de Mataderos, em homenaje a su ilustre ancestro.


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